Sobrecalificado

Aún no cumplía los 40 años cuando me enteré por vez primera de mi nueva situación en una entrevista de trabajo.
­—Tiene un currículo impresionante, pero no tenemos ninguna posición para usted en este momento… está sobrecalificado —, mencionó la joven reclutadora de Recursos Humanos mientras hojeaba mi currículum impreso.
Traté de explicarle que conocía la naturaleza del puesto solicitado, y que no estaba pidiendo una gerencia, sino tan solo una oportunidad tras estar desempleado por más de un año. Simplemente no pude argumentar algo más persuasivo, como recomienda este artículo (1). A pesar de mis tribulaciones, no hubo más apertura ni empatía alguna por parte de la entrevistadora, salvo la promesa vaga de considerarme para futuros puestos acordes a mi experiencia y habilidades. Desalentado dejé esa oficina y mientras bajaba por el elevador, me preguntaba si a partir de ese momento estaría en desventaja laboral.

Cada vez que entraba a un proceso de selección, en la primera o segunda entrevista me observaban esta particularidad, al grado que se convirtió en la señal de que estaba descartado para el puesto.

Pareciera que haber escalado a una posición gerencial tras 9 años de esfuerzo fuera un estigma y que pretender un giro en mi desarrollo no fuese bien recibido. Incluso hubo quien me recomendó encubrir en mi currículum el puesto más alto, colocando una posición de menor jerarquía, cosa que por supuesto rechacé.

Los comentarios que los reclutadores me hicieron en ese entonces apuntaban a que yo renunciaría apenas recibiera una mejor oferta económica o que me sentiría frustrado y a disgusto en mis nuevas funciones añorando los viejos tiempos.


Amigos y colegas me daban sus espaldarazos: “no quieren competencia de tu parte”, “no reconocen tu valor”, “no saben lo que se pierden”, “prefieren a alguien más joven y barato”, etc.

Cuando estás desempleado y llevas un período largo sin encontrar cabida en ningún lado, comienzas a llenarte de dudas y cuestionamientos negativos; se reduce tu confianza y comienzas a pensar en dejar la búsqueda y dedicarte a otra cosa con tal de sobrevivir. En mi caso, no desistí.

En 2007, cinco años después de saberme sobrecalificado, tuve una entrevista telefónica con un representante de una empresa cuya oficina principal en Estados Unidos está al norte de Filadelfia. A la consabida pregunta de porqué buscaba un puesto técnico, habiendo ocupado antes una posición gerencial, le contesté con desparpajo:

—Porque es una buena forma de ganar dinero.

El entrevistador soltó la carcajada. Fui contratado, no sé si por esta respuesta o porque realmente les urgía cubrir la vacante.

Con el tiempo la pregunta cambió.

—¿Por qué no ha buscado una posición acorde a su experiencia?

Ahora debía explicar a reclutadores bisoños que el mercado de gerentes está muy saturado, que muchas veces estas vacantes se ocupan con promociones internas y solo entrevistan a alguien externo a la organización solo para cubrir las formas. Me pasó en varias ocasiones y por tanto cambié la estrategia: entrar a una posición inferior, con la pequeña esperanza de ascender algún día.

El aprendizaje que obtuve en esa época de mi vida fue que ser rechazado para un puesto “acorde” a tu experiencia y saberes, indica que el mercado laboral muchas veces no está dispuesto a contratar a alguien con una trayectoria relativamente exitosa. Las razones van desde que el sueldo sería una limitante para que te interese el puesto a pesar de que ni siquiera te lo revelan en el proceso inicial, que te aburras con tus nuevas funciones y responsabilidades, hasta el temor justificado de que desertes por una mejor oferta, cuando cualquier empleado desmotivado haría lo mismo.

Recientemente leí una nota sobre este tema, donde se esgrimen razones a mi juicio ridículas, por ejemplo, que “si un colaborador llega tarde, trabaja despacio o sale temprano, puede que no sea falta de interés en su trabajo, sino que esta sobrecalificado” (2). Aunque dicho artículo instruye sobre cómo tratar a un empleado super calificado, dándole cierta autonomía, feedback constante, desarrollo de carrera e integrarlo a la organización, la verdad es que existe mucha resistencia a reclutar talento excesivo.

En mi opinión la única forma de lograr una relación ganar-ganar sería el de incorporar a este talento en tareas de coaching gerencial o consultor interno que aporte sus conocimientos y experiencias en la formación de más capital humano. Durante las entrevistas se podría plantear al candidato este tipo de opciones y ofrecer algún tipo de compensación a su experiencia si no económica, sí con un horario más cómodo o alguna otra prestación en especie como una membresía a un gimnasio, por ejemplo. Al aspirante tal vez le convenga esta propuesta y podría incluso sentirse bien acogido en su nueva etapa laboral.

Pero si no es así, el propio desempleado puede optar por cambiar su ruta profesional. Empecinarse en seguir buscando una posición “acorde” a su anterior estatus llega a ser contraproducente. Alterar el rumbo puede ser una excelente alternativa, mientras seguimos vigentes en un mercado laboral que desecha talento y experiencia todos los días.

Todos pasaremos en algún momento de nuestra vida laboral por este trance. El lema de “adaptarse o extinguirse”, es el más adecuado para esta situación. No es para preocuparse, si no una oportunidad de reinventarse.

¿A ustedes ya les informaron que están sobrecalificados?
¿A qué edad se enteraron de su nuevo estado?
Comparte tu experiencia.

(1) https://expansion.mx/carrera/2023/05/03/que-responder-sobrecalificado-para-el-puesto
(2) https://www.eleconomista.com.mx/el-empresario/Empleados-sobrecalificados-cuales-son-los-riesgos-y-como-impulsarlos-20220301-0164.html

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *