¿Por qué reaprender? II

Toda nuestra vida es un constante reaprendizaje. Quizá no nos demos cuenta, pero inconscientemente aprendemos nuevas cosas todos los días. Y aprendemos por las buenas o con dolor. Sin quererlo o a la fuerza. La vida es aprender y reaprender. El desarrollo de la civilización humana no se podría explicar sin ese constante cambio en la forma de realizar las cosas. De la edad de piedra a la del hierro, ¡cuántos conocimientos se acumularon! Y de la primera revolución industrial a la era de la información ni se diga.

Por ello no es de extrañarse que lo que conocimos y aprendimos hace 15 años, hoy día no sea tan necesario o ya haya sido automatizado o reemplazado por procesos más ágiles y económicos. Puestos de trabajo que en la década de los 80 existían desde los años 60, ya no existen.

¿Mecanógrafas? Son cosa del pasado. Pero esa misma mecanógrafa pudo haber brincado del teclado de una Olivetti a un teclado de una IBM PC, aprendiendo nuevas cosas. El teclado es casi el mismo y en lugar de meter papel tamaño carta en la máquina, siguió escribiendo directamente en un archivo digital que después sería almacenado y reutilizado. Las copias en papel ya no fueron necesarias pues se envían por correo electrónico. Así el trabajo de la mecanógrafa subió de nivel de complejidad y tuvo que pasar por un proceso de reaprendizaje, mas no olvidó lo esencial: saber la posición de las teclas, escribir con rapidez y limpieza el texto. Pero aprendió a usar un dispositivo antes impensable en oficinas y hogares, además de lidiar con terminología extraña: bytes, puerto paralelo, sistema operativo, archivos, impresora…


La tendencia indica que otras profesiones están en peligro: contadores, abogados, choferes, asistentes personales, operadores de bolsa, agricultores, tal vez maestros y hasta médicos.

Sin embargo, no todos los empleados como nuestra mecanógrafa, pudieron reconvertirse rápidamente en la era de las tecnologías de la información. Fueron desplazados por gente con nuevas habilidades, enfrentaron el desempleo, cambiaron de actividad o fueron jubilados.

La ola de cambios ha impactado diferentes puestos de trabajo y tareas tradicionales: carteros, elevadoristas, cajeros de banco, mecanógrafas, telefonistas, agencias de viajes, sucursales bancarias, imprentas, revelado de fotos, venta de discos y películas y la lista sigue.

Lo mismo ocurre con tareas que se han visto impactadas por la tecnología robótica: los automóviles cada vez son ensamblados más por robots que por humanos. Dispositivos inteligentes, como nuestros teléfonos, pueden advertirnos de un accidente de tráfico kilómetros adelante y trazar una ruta alterna; asistentes virtuales nos ayudan a realizar compras en línea y podemos apagar una cafetera en casa desde el volante del automóvil mientras viajamos.

La tendencia indica que otras profesiones están en peligro: contadores, abogados, choferes, asistentes personales, operadores de bolsa, agricultores, tal vez maestros y hasta médicos.

Es el signo de la época que nos toca vivir, cambios drásticos en todas las ramas de la economía. Los que aún estamos en edad productiva y sobre todo las generaciones que nacieron en los albores del siglo XXI enfrentarán un gran desafío: reaprender pronto e insertarse en nuevas tareas que la nueva economía demandará. Una cosa es muy cierta, requerirán nuevas herramientas y conocimientos distintos a los que se necesitaban en los años 90 o la primera década de este siglo.

Profesiones relacionadas con la nanotecnología o la genética, el reciclaje de materiales, expertos en producción y conservación de energías limpias entre otras, serán la pauta. No obstante, se seguirán requiriendo ingenieros y técnicos con habilidades en nuevas tecnologías como la robótica, la biónica, los sistemas de aprendizaje automático, la inteligencia artificial y aún puestos como terapistas, médicos geriatras, psicólogos, cirujanos así como maestros e instructores con nuevas herramientas educativas que faciliten el aprendizaje rápido serán las carreras del futuro próximo.

Como en la historia humana, del invento de la rueda a la locomotora y del carbón a la energía solar, el reaprender nos actualizará como personas al cambiar viejos paradigmas y, mediante un proceso voluntario, desarrollando habilidades y nuevas formas de pensar, realizar tareas más complejas y de mayor valor como nuestra mecanógrafa.

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